Pero no lloraba de alegría, no quería despertar contigo. Has sido mi compañero durante 3 años y todo indica que "hasta que la muerte nos separe" se cumplirá con nosotros. El consejo es aprender a vivir contigo y yo me pregunto como se aprende a vivir con algo que limita, incomoda y, sobre todo, que no pedí.
Yo no te acepté llegaste y robaste mis sueños, mis interéses, mi presente y mi futuro. Sé que no es tu intención invadir mi vida, pero entiendo que así es tu esencia, llegar y quedarte, si es necesario.
Ya olvidé lo que es estar sin tí, has estado conmigo en los momentos difíciles, en fiestas y sepelios; siempre, pase lo que pase, siempre estás ahí, en mí para indicarme cuándo debo cambiar o descansar.
No me asusta vivir eternamente contigo, lo que me asusta es la incertidumbre, la falta de respuestas, el saber que dije adiós a sueños a interéses, y que aún no logro definir bien quien soy y quien seré contigo a mi lado.
Me alienta saber que aún falta experimentar con ciencias del oriente para eliminarte o al menos reducir tu influencia en mi. Debe haber alguna fórmula para independizar mi estado de ánimo, mis planes diarios, mis planes a mediano plazo, para que sean inmunes a ti.
Casi siempre encuentro respuestas y sé que respecto a ti, las encontraré, no importa cuanto tiempo pase. La búsqueda ya me da alivio. Aprender a vivir contigo o alejarte por siempre, es algo que me mantendrá ocupada, no dedicaré más energías a preguntar por qué, en pago a qué y para que; pensar en eso no me reditúa.
Pues bien, te digo bienvenido, aunque mi deseo es despedirte. Quédate y disfruta, que ya aprenderé a convivir contigo, serás un guardián, más que un intruso. Solo te pido algo, cambiemos tu nombre, porque el solo hecho de escucharlo me remonta a la tristeza y me hace sentir desprotegida; por favor, solo para mí, en consideración de que te acepto, a partir de hoy déjate de llamarte dolor