“¿Quién soy?” Es una pregunta que nos
hacemos, espero, en varios momentos de la vida.
La búsqueda de una respuesta y la respuesta en sí, se refiere a momentos
personales, reflexiones a solas, incluso, puede llegar a ser una búsqueda de
tipo espiritual.
Por cada vez que tuve la necesidad de
tener claro quién soy, había una la
respuesta que se refería a mi percepción, a mi conclusión después de analizar
mi aportación al mundo, mi esencia, aquello que me hace única. He sabido quién
soy al tener claro el motor que me muevo.
Hablo de que me he planteado esa pregunta
más de una vez y que la respuesta no siempre es igual. Quizá mi esencia resulte siempre la misma,
pero aquello que aporto al mundo ha ido cambiado conforme descubro algún nuevo
don. Incluso, mi vida espiritual ha
tenido variaciones a partir de experiencias en las que perdí paz y que me llevaron a buscar respuestas que me
ayudaran a recuperarla.
Hacernos esa pregunta es una práctica
sumamente sana, casi una responsabilidad.
Un trabajo de instrospección, que debería de ser obligatorio de toda persona. Creo que es peligroso andar por la vida sin
hacer “altos” , y esperar a ser adulto mayor o tener una enfermedad para
evaluar lo que he aportado al mundo.
La reflexión que hoy me ataca es ver cómo
me ha afectado (positiva o negativamente) mi desdoblamiento social producido
por mi presencia en el mundo virtual.
Ahí aporto, ahí tengo experiencias, ahí me relaciono con los míos y con
gente que en mi vida he visto pero que hemos estado cerca por FB si somos
familia o por Twitter o Instagram si tenemos algún interés es común.
Incluso, antes de que aparecieran HI5, Facebook, Twitter, Instagram, Youtube,
aparecí escribiendo de mi vida en este blog personal, y en el de Vivir con
Dolor, que nacieron alrededor del 2005 para enterar a mi familia y amigos de lo
que pasaba conmigo porque no vivía cerca de la mayoría. Nacieron por eso, sin embargo, son lugares
abiertos a donde cualquiera tiene acceso. De hecho, el blog de Vivir con Dolor
en gran medida, se ha mantenido por petición de gente que jamás he visto, pero
que está pendiente de lo que escribo.
Gente que vive con dolor y a los
que mis escritos, según me dicen, les ha servido para mostrar a otros lo que
viven ellos pero que no han podido ponerlo tan claro como les parece que lo
hago yo.
Así que mi análisis de ¿Quén soy? Incluye
nuevas reflexiones, aunque las preguntas siguen siendo las mismas. En esas reflexiones encuentro tobaganes por
los que es fácil perderse.
Responder a lo que somos conforme a lo
que los demás saben de mi o conforme a lo que los demás aprueban de mi, no ha
sido buena idea jamás. Temo, que gracias
a nuestra vida en las redes sociales, se caiga con mayor frecuencia en ese
error que siempre ha existido.
No hago una crítica a las redes sociales,
de las cuales he sido feliz usuaria y las cuales defiendo como herramientas
para hacer la vida más fácil y más cercana a los lejanos.
En las redes sociales, como toda
herramienta, el que las usa es el responsable del resultado. Puedes usar un
martillo para poner un clavo en la pared y colgar de él un cuadro que te regaló
una amiga, o como puedes usarlo para romper las macetas del vecino o para colgar tu ropa interior cerca de la
ventana. La culpa o gracia, jamás será del martillo.
Al ser un asunto social, tal vez tiene
que ver con el buen gusto. Un buen gusto determinado, y muy limitado, por lo
que yo he vivido y lo que es socialmente aprobado en mi sociedad cercana. Considerar
que FB suple a la cenita con amigas, o a asistir a una reunión familiar, es un
error. Igual que es el confundir los
“likes” con cariño o reconocimiento profesional, tanto si los das, como si los
recibes. Eso es lo preocupante, medir, por ejemplo, mi autoestima por número de
amigos FB, seguidores de Twitter, lectores de mi blog o por la veces que me
dicen hermosa en Instagram, es tan fácil. Es estúpidamente fácil.
Sin limitarlo a las redes sociales, la
forma en que yo genero la dopamina, la hormona de la satisfacción, no me define
como persona. Si acaso, eso está
relacionado con mis necesidades sociales en un marco de valores que yo mismo
pongo. Si mi estilo de adquirir
dopamina, o siendo menos técnica, si busco sentirme bien por el reconocimiento
laboral que recibo, por la atención que
me prestan los demás o por la cantidad de veces que me dicen bonita, lo
reflejaré en mi actuar tanto virtual como no virtual.
Vuelvo a mi punto, hoy y siempre ha sido
bueno hacer un alto para preguntarme ¿Quién soy? y buscar la respuesta en el
análisis indicado, en el ámbito siempre personal.
Conste en actas, que la ausencia de likes
o comentarios a este post, no me harán sentir menos querida. Si acaso, sus
comentarios podrán complementar mi punto de vista o corregir mi estilo de
escritura. que por cierto tiene varios meses entelarañado.