Exploto de felicidad

No cabe duda, el ser humano es simpático. Funciona de manera sorpresiva. Que cosa!!! Yo misma me sorprendo de cómo funciona mi cuerpo. Hoy descubrí una correlación. De hecho, desde ayer ando armando correlaciones. Por ejemplo, el deseo de planchar bien, no es proporcional a una camisa bien planchada. Eso fue ayer… pero, hoy…

En octubre pasado que fui a visitar a María Joaquina a Barcelona. A la primera de oportunidad de toparme con un espejo, fue como en las películas de miedo, que frente al espejo, ves como se te cae la piel o se te caen los ojos. Bueno, pues mi caso, no fue tan drástico, pero sí dramático. Mi frente estaba llena de erupciones.

La Joaca y yo revisamos varias teorías, como buenas nietas de Logios. Que si el avión, que si el reloj biológico, que si lo que comí me intoxicó, etc. Total que concluimos que era mi nuevo tratamiento facial, que unos días había comprado en Bham… 5 meses después se reabre el expediente y anexamos nuevas pruebas.

Hoy, unas horas antes del arribo de mi madre a Bham, hago mis rituales de la vanidad y… si…. Nuevamente mi frente colapsada, inflamada, ¡ah! Y en el cuello ¡una cosa! ¡muy desagradable!. Repaso las teorías, y ¡nada! No hay nada, no viajé, no comí nada extraño, no cambié mi tratamiento facial, no hay reloj, ¡nada¡

Entonces cual iluminación, me llega la conclusión. Lo único en común, es que en octubre me pasó eso cuando fui a ver a María Joaquina, después de meses de un año de no verla. Hoy, voy a ver a mi madre, a la que no veo desde hace medio año. O sea, literalmente, ante el gusto de ver a mi familia, ¡Exploto de felicidad!