El blog de Pucca está en obras. Vuelvo pronto, ya casi queda

03 diciembre 2007

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Ando pensando

Resulta que siempre pensé que yo era emocional. Los sentimientos y emociones, supongo que por su intensidad, me parecen lo más real y válido. Por ello, me he esforzado toda la vida, por ser más racional, porque las emociones no echaran a perder mis actos. Cada que me encuentro en un asunto con alta carga emocional, mi mayor esfuerzo es, a pesar de las emociones, actuar controladamente.

Treinta y tres años después, me vengo a enterar que he vivido engañada. Que no funciona así.
Me explico; para mis audioescuchas, pero sobre todo me explico a mi misma. Un hecho, que llamaré hecho A, aparentemente provoca sentimientos en mí. Sin embargo, lo que realmente sucede, es que al presenciar el hecho A, yo pienso algo, y eso que pienso, es lo que provoca mis sentimientos. Entonces el punto es, el pensamiento.

Por ejemplo, un día muy ajetreado, un automovilista despistado choca contra mi automóvil en un alto. Lo primero que viene a mi, no es el enojo, la impotencia, ni ningún sentimiento. Dependiendo del pensamiento que tenga, vendrá una u otra emoción. “Idiota, me pudiste matar” me llevará a sentir ira. “Me asusté, pero creo que no me pasó nada” implicará una emoción contraria a la anterior.

¿A que viene todo esto? A que he descubierto que hay emociones que no quisiera tener. Creo que la angustia por una enfermedad, me arrastra más al malestar, que la enfermedad sola. Que la impotencia por una pérdida, me roba energía que me es muy necesaria para otras cosas. Y así, concluyo que algo no funciona del todo bien.
Y así, empiezo a descubrir esta teoría. La cual sostiene que, prácticamente, yo creo (de crear) mis sentimientos y mi manera de comportarme. Y lo hago por los pensamientos que tengo.

Parece que el caso de la enfermedad, mi angustia nace porque me gustaba ser ajonjolí de todos los moles, eficiente y disponible en todos los ámbitos de mi vida. Así que, cuando mi agenda se empieza a mermar, por medicinas, terapias, etc, pienso que me he vuelto inútil. Entonces, siento angustia.
Me encantaría un día, poder hacer este análisis –hechos – pensamientos – sentimientos - así, ligerito, sin hacer esfuerzo.

Por lo pronto, empiezo a ejercitar que cuando se me apachurra el corazón, me sulturo o me apachurro, freno y digo ¡momento! ¿qué es lo que estoy pensando? ¿Y eso que pienso es racional? O ¿hay alguna distorsión? ¿no estaré exagerando? ¿no estoy etiquetando al otro? ¿no estoy siendo muy negativa?


Así que si me ven viendo pa´dentro, no es que haya enloquecido por completo, ni que estoy recordando si cerré la puerta de mi casa. Será que estoy haciéndome una serie de preguntas sobre lo que pienso, para garantizarme de que estoy viendo el hecho lo más racionalmente posible.
Al final, se trata de eso, que mi manera de actuar y de sentir depende de cómo interprete la realidad.

¿Parece frío? Yo digo que no, que frío es pensar que una simple computadora me provoque irritación. Si ésta falla, lo que yo piense, mis preocupaciones, son las que me llevarán a la irritación. Yo veo la realidad como un impedimento para terminar mi trabajo, y entonces, solo entonces, siento y actúo.


Ardua tarea me espera. ¿Podré?

3 comentarios:

  1. Claro que si puedes!

    Vaya! este pensamiento si que evoca mas ideas. Pero sobre todo en ellos esta la humildad que le pones al asunto.

    Ya quiero que estes aqui, del otro lado del charco. Aqui en la sololoi irish house

    TA

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  2. Pilarica
    Me sosprendes!!!! tanta profundidad, me parece que tienes razon, aunque a veces los sentimientos sean los que prevalezcan sobre la razon, por lo general es la razon la que determina lo que vamos a sentir, me parece muy buen razonamiento y ojala todos fueramos mas conscientes de eso. Claro que podras y cuando lo logres me avisas para que me eches una mano jeje.
    Un beso, nos vemos mañanita

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  3. Los budistas, según entiendo, hacen una separación importante con la mente. En ese sentido, la mente es tomada como una entidad aparte del ser. El camino de la meditación busca justamente aquietar la mente, como si fuera una fiera embravecida a la que hay que domar. Pero la mente no eres tú, la mente no soy yo. La mente es simplemente el vehículo de los pensamientos.

    Y es traicionera, tienes razón. Los mejores momentos de la vida, de pronto pueden arruinarse con un solo pensamiento. Los momentos más trágicos, podrían dejar de serlo con un solo pensamiento. Pero no es tan fácil como se dice controlar los pensamientos, es decir, a la mente. Porque de entrada hay que hacerse conciente de ella y eso significa poder tomar distancia y mirar cómo se suceden frente a ti millones de pensamientos. Cuando quieres asir uno, ya se fue. Cuando decides quedarte en otro, el resto se va a un segundo plano inasible. Total que los pensamientos son huidizos y jabonosos.

    Además todo fuera tan sencillo como dedicarse a mirar los pensamientos, pero el resto de la vida nos exige mucha atención. Así que lo que te propones es una tarea épica.

    Estamos en el camino...

    Te mando besos

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