El blog de Pucca está en obras. Vuelvo pronto, ya casi queda

14 diciembre 2011

0

Gracias pero no

Hoy contuve las lágrimas, no era momento, no era el lugar, pero justo en ese preciso momento y por estar en ese lugar me dieron ganas de llorar.

Eran lágrimas de una satisfacción que me llevaba a la tranquilidad, era como si todo, árboles, libreros, sillas, personas y nubes me dijeran: todo va a estar bien.

Se termina el semestre y con esto cumplo un año y medio de haber iniciado ésta nueva etapa productiva. Bendito sea Dios y todo su ejército de ángeles que no me ha faltado trabajo y que he estado haciendo cosas padrísimas que me hacen sentir que desarrollo mi potencial y que soy un elemento útil en la sociedad.

Obviamente, éste éxito ha tenido sus compensaciones. Mi energía no da para más allá de mis responsabilidades laborales. Me he perdido de momentos importantes de mis amigos y familia, y seguro que no he estado cuando alguno me ha necesitado. Termino de trabajar y tengo sólo algo en mente: cama y compresa caliente para la espalda.

Sobre todo, ha sido difícil encontrar la combinación perfecta entre ser productiva y mantener, ante todo, mi rehabilitación. Llegar cansada para ir a ejercitarme y volver más cansada, me resulta poco atractivo. Es lo menos inteligente que he hecho. Y se, me consta, que el cuerpo no demora en facturar cosas así.

¿Por qué quise llorar? Porque rechacé una propuesta laboral que por muchas cosas me enamora. Se trata de impulsar una carrera de nueva creación que estoy convencida que es indispensable para la región y de asesorar a los chavos de mi carrera. Lo digo, tiene mucho encanto, incluso es de medio tiempo. Parecería un premio pero dije que no.

No, porque habiendo probado, entiendo que lo mío es trabajar por proyectos, sin horario fijo. El tener la posibilidad de administrar mi día, mi energía, me da posibilidades de ser más productiva, sobre todo, de mantener un ritmo de trabajo. De otra manera, es sobre cargarme.

Me sentí halagada con la propuesta, mucho. Y cuando lo expresé y agradecí denegando, escuché: "Te lo has ganado". Hasta ese momento sentía tristeza, y por qué no, un poco de rabia conmigo misma, por no aceptar. Pero entonces sentí comprensión y sobre todo, respeto a mi talento. Los ojos se me humedecieron mientras el orgullo y la tranquilidad me abrazaban.

Ahora que lo escribo, por fin salen esas lágrimas, 2 de tristeza y 20 de agradecimiento y bendición. No tengo otra propuesta concreta pero sé que llegará y será tan buena como esta sensación de que mi paso, aunque lento, va por buen camino.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario