El blog de Pucca está en obras. Vuelvo pronto, ya casi queda

18 septiembre 2011

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Cuando se enaltece en el dolor ajeno

Sucede que en Facebook, en un café con amigas o en una reunión laboral aparece el "llamador de conciencias" que cuenta la historia de alguien que sufrió, lo que el primero considera, una tragedia y convoca a los presentes a no quejarse de sus vidas y a valorar lo que tienen.

Ese momento me enciende. Eso y ver que golpeen a un niño. Así de grande es la indignación que me provoca el que una persona necesite subirse al peldaño del dolor de alguien más, para sólo entonces valorar lo que tiene en su vida. ¡La vida no es una escalera!

Me parece patético, ni más ni menos. Mira que necesitar que haya "más fregados que yo" para entonces declararme feliz, es triste triste triste. Me hace pensar que es gente que vive lejos de la Tierra.

Uno, el mundo, desde que lo conozco hace 36 años y de lo que he visto documentado, hace miles de años, sufre de hambre, guerras, enfermedades y demás desventuras. Así que esos momentos reveladores de ¡Ay Dios, hay gente peor que yo! me parecen absurdos. Es como si estuvieran llegando a la vida 20, 30 o 40 años después. Casi me dan ganas de darles la nalgada que de rigor le dan a los recién nacidos.

Dos, a nadie le ayuda que esa persona valore su vida apartir de ahí. ¿Se dieron cuenta que hay gente que sufre? Que hagan algo por ayudar. ¿Conocieron a alguien que ha sufrido? Que sólo escuchen. ¿Se toparon con alguien que ama la vida? Sonríanle. Uts... pero tomarse las desgracias ajenas para enaltecer su desagradecimiento ¡no por favor!

Estoy segura que quienes llegan a hacer esos comentarios han pasado por momentos terribles en sus vidas, la enfermedad propia o de un ser querido, épocas económicas difíciles, pérdidas repentinas, etc. Me gustaría saber si en esos momentos les hubiera gustado que alguien los volteara a ver y dijera ¡mira que fregada está esa persona, ya voy a valorar lo que tengo!. Eso, señores, me parecería lástima.

La lástima es un sentimiento que no le sirve ni a quien lo siente ni a quien lo provoca. Son de esos sentimientos que más vale no tener. Es algo lejano a la compasión o solidaridad porque no implica ningún involucramiento, simplemente consiste en decir ¡pobrecito! y darse la vuelta.


Diría Manolito: de todo hay en este abarrote del Señor, y sé que seguirá habiendo gente que reenvíe videos, cuente historias y vaya a conferencias para vivir esos momentos de verdad. Si es la única manera con que se conectan con el mundo, pues más vale eso que nada.

En mi religión se dice que "cada uno tiene la cruz que puede cargar", así que mi conclusión sería que esas personas bien harían en amar la cruz que cargan sin tener que andar midiendo cuánto mide y pesa la cruz de los demás.