El blog de Pucca está en obras. Vuelvo pronto, ya casi queda

30 septiembre 2014

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Lágrimas al vestirme


A la distancia los hechos cobran sentido, el tiempo ordena sentimientos, las prioridades se reubican y, con suerte, las penas toman su justa dimensión.

Tengo mis momentos de claridad extrema, cuando suelo tenerlos, durante cuatro momentos bien identificados.  Cuando me baño, lo que hace sumamente difícil el que anote algo.  Cuando manejo, durante la madrugada y mientras me lavo los dientes.

Fue hoy en la mañana, durante la última actividad que menciono, que tuve un flash back justo ahí, frente a mí, en el espejo del baño.  Así, como dicen que pasa a quien está muriendo, así vi pasar imágenes, olores, sonidos, sensaciones.  No de toda mi vida, sólo del último año y medio.

Cuando era chica, mi nana me regañaba porque lloraba mientras me vestía para ir al colegio.  Cuando crecí y seguía yo lagrimeando por las mañanas, atribuí que esas lágrimas tenían un origen biológico más que de pánico escolar.

Se me juntó el lagrimeo normal matutino con una avalancha de lágrimas y emociones.  Sentí que me ahogaba, que no pararía jamás ese torrente de llanto que sabrá Dios el origen que tendría.  Pero no, no me ahogué. Más bien, fue como caer a un río, recorrer varios metros a expensas de su corriente hasta toparme con una piedra grande sólida que no sólo me detuvo en esa inesperada travesía, sino que me ayudó a salir del río.

Así se detuvo ese llanto y así de aliviada me sentí al final. No porque hubiera terminado el abundante lagrimeo matutino, sino porque aquello que recordé haber sentido, deseado, pensado, lamentado, todo, ha quedado atrás y yo estoy a buen resguardo.

Ya me sentía bendecida por sobrevivir a aquello, sin embargo nunca había hecho consiente lo sucedido.  Simplemente me dediqué, uno y otro día, a sobrevivir.  Si hoy vinieron esos momentos a visitarme es porque lo pasado pasado ya es.

Lo que sea que suceda en adelante, no será ya consecuencia de lo recientemente vivido. Que sea de lo aprendido, por favor.

Al llegar al trabajo pedí un abrazo y me dieron uno con mucho cariño.  Es todo lo que necesitaba para asentarme en mi piedra presente.  No, en mi tierra firme.