El blog de Pucca está en obras. Vuelvo pronto, ya casi queda

31 octubre 2007

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Musica en la web

Jamás promuevo nada de la web, con mi vida tengo, pero ésto es genial: Musicovery




Es un programa que, dependiendo del estado de animo que indiques, te da una selección de música que puedes oír en el momento, también puedes hacer la selección por décadas, más bailable o menos.

Tienes la opción de guardar tus canciones preferidas y consultarlas en cualquier momento, con enlaces directos a ebay, Amazon y Itunes.

30 octubre 2007

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Llegó la hora


Me queda menos de un mes de estancia aquí. Aquí, que siempre sentiré como mi refugio por acumular tanta historia y cariños pasados y presentes. Aquí, donde ya no es posible sentir como mi lugar, pero en donde amo y disfruto estar. Aquí, ciudad olor a piel, olor que extraño, olor que despierta endorfinas. Aquí, que ha crecido, que descubro diario nuevas construcciones y servicios. Aquí… adiós a sabores, abrazos, sonrisas y calles que en su conjunto formaron y siguen formando el aquí.

Empieza el tiempo en que debo empezar a armar maletas. Y sobre todo, ver que voy a poner dentro de ellas. Por lo pronto se me ocurre llevarme unos buenos rayos de sol de medio día, unos tacos al pastor, unas bombas, tostadas de cueritos y dos o tres guacamayas. Claro! Hasta que no piense cuerdamente puedo empezar a meter cosas en la maleta. Mientras tanto seguirán guardadas, y lo más peligroso, seguirán vacías.

Seguro, seguro, llevaré mi ropa del invierno que había planeado pasar aquí y que a la mera hora me rajé. Cargaré con mamuts y bubulubus. Según me informan, el pueblito a donde voy, es más bien tranquilón, así que necesito investigar y adquirir juegos divertidos y poco abultados para llevar. Mi nuevo kit de maquillaje, que ¡por favor! No vaya a para como el anterior en algún aeropuerto europeo. Y dos o tres zapato leonés que aguante lluvia un día si, y otro también. Fotos de familia y amigos, para hacer las debidas presentaciones a distancia de mi mundo mexicano y para verlos de vez en cuando.

Que arranquen las despedidas, que soy inmune a los siete pecados capitales por un mes. Cualquier cosa que haga o coma está exenta de pena. Habrá que hacer la lista de cosas por hacer y comer antes de irme. Con todo respeto, esa no la publicaré, porque una cosa es que tenga indulgencia, y otra, es que mis pecadillos anden de web en web. Eso si, a mi correo electrónico, recibo sugerencias e invitaciones, y las recibo con mucho gusto.


29 octubre 2007

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En custodia

No suelo soñar con tener una vida como la de las telenovelas, pero a veces, sin querer, me pasan cosas de ese estilo. Anoche, con mi look cha cha chá, bailé y canté con verdadero gozo. Bosé, la Toña y la Ridis ¡que trío! Los cuatro fuimos inmensamente felices junto con otros tantos. Llena la emoción, nos echamos unas quecas con bistec delichus, que llenaban el estómago, mientras llenábamos el corazón de amistad de la sabrosa.

A punto de reventar de todo, ya avanzada la noche, llegué a casa. Prendí la computadora y ¡zaz! que me encuentro correos por contestar y a mi amigo de Kasaquistán. Hacía casi un mes que no nos topábamos. Nos dimos una actualizada de dos horas hasta que llegué a cambiarle el país de donde proviene. No fue un adiós sino un hasta luego, esperando que la próxima vez que nos veamos sea en Praga.

El lunes me amaneció con la alarma de bomberos. Había que atender un incendio, de inmediato. Con la desvelada, yo me resistí cuanto pude, hasta que fue inevitable. Al abrir los ojos, caí en cuenta de que debía correr. La alarma se había hecho más tenue, tipo timbre telefónico, lo cual, me dio mucho gusto. Era mejor correr a contestar el teléfono, que correr a ponerme el equipo de seguridad y subirme a una escalera para echar aguas. Eran las doce.

Desde entonces, y hasta las cuatro de la tarde, medio chatié, medio leí el periódico, medio dormité. A las cuatro, arranqué a Guanajuato ¡con una pesadez! En lo único que pensaba era en ya estar en terapia, acostadita, con compresitas calientes en la espalda, tapadita, con la luz apagada y musiquita relajante. Y tal cual, en cuanto llegué me abandoné, sino al sueño, si a la pereza de dos ondas menos.

Al salir de la terapia, ya era de noche. El horario de verano me jugó la broma, así que tomé carretera sin luz solar. Tomé la decisión de no tomar la autopista Silao-Sn Pancho. Por lo general, la tomo para evitar el tráfico de la entrada de León. Hoy no, estaba perezosa y anochecida. De pronto, ya en la ciudad, se prendió un foquito de mi auto. A los 5 segundos otro, luego otro, el radio calló y me escupió el CD. Estaba a punto de diagnosticar labilidad emocional a mi auto, cuando de plano, empezó a perder potencia.

Hice dos altos para revisar el manual. Ahí me informaron que un foquito era de los frenos ABS, otro de la bolsa de aire, otro del freno de mano… todo ya lo sabía, gracias! El punto es que no decía, que algún día un coche tuviera varios fallos de un trancazo. Después de unos minutos de estudio, arrancaba y aceleraba en perfectas condiciones… durante 2 cuadras hasta que los síntomas se repetían. Mi última parada, la tercera, fue definitiva. En mi camino, seguía un puente que no estaba segura que mi corcel pudiera superar.

Ya estaba. Yo ahí, en hora pico, siete y media de la tarde, en una zona altamente transitada por camiones, taxis y gente de todo tipo. Por fortuna, el corcel todavía podía hacer ojitos. Aún con las preventivas a mi mami le mandaron cientos de mensajitos. En el 040 y en mi casa, me pasaron datos de gruas. En el cuarto intento fue cuando tuve suerte. Tras 20 minutos y decenas de mensajitos más para mi mami, llegó la grúa. Y dentro de ella él.

Un Pacheco cualquiera. Yo no soy tan berrinchuda como Barbie, mucho menos tan caprichosa, pero sobre todo, no soy millonaria. Así que no necesito guardaespaldas, pero si lo necesitara, ya conocí a mi Pacheco. Fue muy amable en aconsejarme en no dejar mi coche en la agencia, pues en un taller le habían dado servicio completo, hace un mes. También de muy buena manera, me llevó a un cajero automático y hasta dedicó varios minutos en dar su diagnóstico sobre lo que le pasaba a mi auto. Ahí andaba yo paseando en una grúa por el blvd. Campestre. En estas cuestiones comerciales uno no acaba sabiendo el nombre del sr. de la grúa, hoy lo lamento.

Todo mundo debería hacer su trabajo con gusto y buena disposición, pero no es así. Así que, cuando alguien se destaca por eso, me impresiono. En fin, lo único que puedo decir es que por León, sobre una grúa, hay un Pacheco y me ayudó en un día en que mi energía era muy baja.

19 octubre 2007

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Cinematografía en movimiento

Un camino de cuatro horas y media resultó en siete horas. No estoy cansada !lo que le sigue¡ Lo único que me dio fuerzas para aguantar dicho viaje, fue la película con la que nos torturaron “Goal II”. Aunque no alcazaba a leer los subtítulos, realmente disfruté la película. Tiene excelente fotografía y efectos especiales nunca antes vistos. La música es un gran gacho de la película, que complementa un drama excepcional.

La verdad, no sé nada de cinematografía. Disfruto de las películas porque evocan mis emociones. Algunas, reproducen las escenas que me hubiera gustado vivir como espía. Otras, son historias lindas y rosas. En fin, nada que ver con iluminación, dirección de escena y aprecio de locaciones. Soy una neófita en esos asuntos.

Aun así, ah como disfruté la peli. Las razones no serán develadas aqui. Al menos, no con letras.

Ya estoy instalada en el hotel. Mañana por la mañana, no muy temprano inicia mi aventura por el REIKI. Me siento ansiosa por descubrir algo que seguro me gustará. Desconozco si tengo las habilidades necesarias, supongo que entre lunes y martes, los maestros estarán diciendo la respuesta.

Me instalo en mi habitación. Acomodo cremas y cositas para sentirme a gusto. Guardo mi ropa y pido algo de cenar. Tenía una cita para la cena, pero se acaba de cancelar. Lo lamento porque vería a alguien muy querido, pero también, me relajo y me dispongo a descansar del pesado viaje.

Buenas noches, buenos días, nos vemos pronto.

15 octubre 2007

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¿Soy yo?

Antes, cuando había sucedido, me tranquilizaba diciéndome que así era la vida. Hoy creo que esto que sucede en “mi vida” pasa solo en la vida mía. Un día somos uno mismo tipo timbiriche. Al siguiente, hay silencio y desaparece la historia en común. Ahora que hago recuento, ha sucedido muchas veces. No siempre es igual. Cada caso, por personalidades, edad, género e historia se ha desarrollado distinto, pero el final, es el mismo, es el fin.

Tal vez algo sale de mi bocota. ¡Seguro! Un tamaño como este no ha de haber sido diseñado para mantenerse cerrado y silencioso. Otras veces, no fue tanto lo que dije, sino lo que interesa al otro, y yo no tengo. Es extraño, porque estoy hablando de amistad. Una relación que se mantiene desinteresadamente y ¡zas! de pronto algún interés se cruza y da en la madre a la amistad.

Hoy estas ideas me atropellan. Más bien, me agarran del esófago, me estrujan y bloquean la boca de mi estómago. Angustia, le dicen. Me cuesta mucho trabajo creer que tengo relaciones maravillosas larguísimas y muy nuevas, llenas de cariño, respeto, compañía y contacto. Y, al mismo tiempo, en algún buzón hay emails míos sin responder, y en algún teléfono hay llamadas mías sin contestar o devolver.

Juntando todos los casos, me parece imposible agendar un café con cada uno de esos seres que han decidido apartarse de mí. Imposible o inútil. Existe la libertad de pensamiento y la de acción. ¿Para qué pedir explicaciones que no tienen necesidad de salir de ningún corazón? ¿Verdad que no tiene caso? Tal vez, pero eso no me quita las ganas de preguntar.

Pero llega un momento en que son tantos emails y llamadas en un solo sentido, que algo que dice que ese es un mensaje. Mensaje que fuera mejor de entender mi me lo explicaran con manzanitas. Ante ausencia del tal, no me queda más que la sospecha de que el otro ahí le quiere parar con la amistad, la relación, el pleito o el negocio. Cuando llego al punto de borrar el número telefónico o el contacto en Messenger, no es que lo haya aceptado, es que creo que lo debo empezar a aceptar.

No puedo culpar a nadie, tal vez, algún día yo lo hice también. Tal vez, un día no devolví una llamada. Tal vez, un día no conteste emails. Tal vez, alguien cree que he olvidado nuestra amistad, y sin embargo no es eso, sino que la vida me lleva, los días pasan, las horas no alcanzan. ¿Estúpida excusa? Si, yo también digo eso. Cuando se quiere se quiere, se busca y se está, cuando no, no.

Ya lo he dicho, soy estúpidamente sensible. Me acuso de querer que me quieran. De que, a pesar de mi bocota, mi gente me tenga a mi y yo la tenga a ella. Hay razones para escribir, y mi razón de hoy es el dolor por esos emails no respondidos, por las llamadas no devueltas y las visitas no realizadas. Borrarte de mi celular o de mi Chat no alivia mi dolor, solo evita que se vaya de mi, un pedacito mío más, que no volverá con ningún mensaje de respuesta.

14 octubre 2007

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Tribulaciones de las fiestas de octubre

Según yo, mis corazonadas y mis biorritmos, no es un buen momento para tomar decisiones. ¡Bendito Dios que es así! Porque si fuera un buen momento, no sé lo que decidiría. Hay tantos factores, sentimientos, deseos en mí, que cada uno jala para dirección exactamente contraria a los demás. Me explico.

Resulta que, después de un año de ausencia de mi país, los de las batas blancas se muestran preocupados. Y son dos sus preocupaciones, ¿cómo arreglarme ahora? Y ¡cómo es que me voy a volver a ir! Ya saben, ahora prometen que unos 3 meses de rehabilitación me dejaría como nueva (bueno! Como semi-nueva). A lo cual, no puedo evitar recordar, que desde hace 5 años, he estado en más de seis rehabilitaciones, que finalmente me despiden con un “no pudimos hacer mucho por ti”.

Tomando un buche de esperanza, confío en que ahora si funcionará. Y entonces voy con los siguientes factores. En tres meses, a donde voy, estará un frío de esos cabronsísimos. Irme, en tales condiciones, significaría que mi espalda se pusiera como lomo de gato asustado, en menos de 3 días ahí. Según los de las batas blancas, el frío es contraindicado para mi. Una opción es irme antes de que empiece dicho frío, para irme adaptando poco a poco a las bajas temperaturas. Aun así, dicho ambiente, no es lo más indicado para mi condición.

Otro camino que podría seguir es esperar a que empiece el frío y se termine. Yo aquí, el frío y mi nueva ciudad, allá. Ajá, supongamos. Yo lejos del frío, con exitosa rehabilitación. Entonces el siguiente verano viajo y ¿qué va a pasar el siguiente septiembre cuando empiece a bajar la temperatura? ¿Huiré como lo estaría haciendo este año?

Y, hasta ahora, estoy tomando en cuenta dos cositas importantes de mi vida. Pero yo soy más que un par de asuntos. Si bien, mi espalda ha sido capitana en muchas decisiones, no es lo único que me mueve. Mis niveles de “productividad”, bajones en los últimos años, quedan en niveles negativos en estos momentos. Quisiera emprender de una vez el viaje para, precisamente, emprender algo. Si iré a vivir tres años en aquel mundo, quiero empezar a ver opciones, rutas, para embarcarme en algo.

Eso, sin hablar de lo emocional. Aquí, soy hija, sobrina, nieta, amiga. Allá soy la reyna del hogar. Soy compañera en las batallas. Curadora en malos días. Soldada en medio de un regimiento que me ayuda a luchar. La mejor rascadora del mundo. Quien alegra un día difícil. Amiga que ayuda, amiga que es ayudada. Con derecho a estar muy bien y justificada a, de pronto, estar muy mal. Tal vez, allá vea menos gente querida y querendona, pero siento que allá estaría en
mi vida.

Estar aquí es como estar en una pausa. Una de tantas que he tenido, que me han servido mucho, que he disfrutado, pero que finalmente sé que no se trata de empezar, mucho menos, terminar nada. Aquí nada empieza ni termina… solo el tiempo pasa. Y la vida es tan corta, tan rápida, que intento que mis pausas se den pero que no sean tan largas. Porque la historia se sigue escribiendo y no va detenerse conmigo. La historia toma nuevos escenarios, nuevos personajes, nuevos ritmos y yo quiero estar en ella.


Partir, mañana mismo, tiene por supuesto sus desventajas. Sino fuera así, mis angustias, mis letras, no tendrían razón de ser. Con el lomo entumido, los días se vuelven lentos y dolorosos. En esas condiciones, empezar una nueva vida, tiende a lo imposible. No solo hay malestar físico, sino que éste arrastra consigo desesperanza. Nada parece ser buena idea. Nueva g
ente y nuevos lugares, así, carecen de sentido. “Emprender” se vuelve un sueño absurdo. Y ¡claro! Todo apoyo emocional se concentra físicamente, cual monolito de cuatro kilómetros de diámetro, en una sola persona. Caerle, yo y mi kilométrico monolito, así, de un trancazo a un solo ser, me parece abusivo e injusto. Es cierto que toda alma querida y querendona, me siguen en mi viaje, me apoyan y me echan porras, pero en realidad, solo uno es quien moja su hombro con mis lágrimas. Por más avanzada que esté la tecnología, todavía, besos, lágrimas y abrazos, no pasan por la red.

Micha y micha, podría ser la solución. Un cacho de tiempo aquí, con rehabilitación, mejorando, entrenando lomo. Emprendiendo pequeños quehaceres. Tal vez podría tomar un curso de talado de chiquihuites. Y luego ir. Teniendo, allá, como primera tarea, continuar con la reh
abilitación. Así, estaría expuesta al frío, pero también estaría bajo cuidados al respecto. Lo emocional parecería equilibrado en esta opción, pero créanme que no tanto. Este camino, significaría no ver a la Joaca, a la Cha y a la Charola de pulgas. ¡Ya sé! Todo quiero. Pos si ¿quién no?

Hace dos días decidí no decidir. Me di diez días para tomar una decisión. Mientras tanto intento no pensar mucho al respecto. Si lo hago me agobian las
ideas y corro a ver alguna película o a tomar un café. Estresarme no ayuda, todo lo contrario. Según mis biorritmos, no estoy en mi mejor momento emocional, ni intelectual. De lo físico, ni les cuento. Entre tanto, resolveré mis pendientitos como si me quedaran tres semanas en mi país. Total si me quedo más tiempo, tranquila estaré, y si me voy en ese lapso, también.






Quisiera que leyeras esto para que sepas lo que hay en mí. Quisiera que no lo leyeras para que no sepas que finjo si me ves o escuchas feliz. Lo escribo como terapia por mi. Las Dioscidencias (diría Kme) harán que te enteres o no, que el paso que daré en próximas fechas, no será resultado de una corazonada, un arrebato o un dominio puramente racional. Será, ante todo, lo que me toque vivir.

Ya que anduve viendo biorritmos, caí en una página que, poniendo mi nombre completo y días de nacimiento, se atrevió a decirme lo siguiente:

“Estás destinado a encarar todas las dificultades de la vida con gozo en tu corazón”

Sea así.

11 octubre 2007

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Nada de nada de nadada

Arranca mi nuevo negocio. Yo soy mi más importante cliente, como en los últimos que he empezado. Sigo en el mismo giro pero con distintas líneas de investigación. Busco y busco, pruebo y pruebo.

Esta semana he empezado dos terapias físicas de rehabilitación y una especial con imanes. ¡Harta cosa! A todo le entro con gusto… si ese no es el problema, el problema no es entrarle, sino salirle a las cosas. Resulta que ahora y en adelante queda contraindicada la nadada.

De hecho, la contraindicación es hacia el pasado, y lo peor, es que es muy lógica. Con el cuello lleno de fibrosis, con placa y siete tornillos, el mover los brazos, una y otra vez, arriba, abajo, no es lo mejor. Sea pues… se donan chanclitas panameñas hermosas del cuatro, gorritas acuáticas caquis y googles sin aumento.

Aquí entre nos: ¡Que mala pata! ¡Chingao! ¡Me lleva! ¡Toritoooooooooooo! Amo que amaba amar el agua. Amo que amaba amar hacer algo. Amo que amaba amar y tener lo amado. Me queda la espinita de que haber amado el agua me lleve a amar y hacer lo que siga. Mientras tanto ¡Toritoooooooooooooooo!


O sea, la alberca será solo para jugar con la Charola de pulgas.