A la distancia los hechos cobran sentido, el tiempo ordena
sentimientos, las prioridades se reubican y, con suerte, las penas toman su
justa dimensión.
Tengo mis momentos de claridad extrema, cuando suelo
tenerlos, durante cuatro momentos bien identificados. Cuando me baño, lo que hace sumamente difícil
el que anote algo. Cuando manejo,
durante la madrugada y mientras me lavo los dientes.
Fue hoy en la mañana, durante la última actividad que
menciono, que tuve un flash back justo ahí, frente a mí, en el espejo del
baño. Así, como dicen que pasa a quien
está muriendo, así vi pasar imágenes, olores, sonidos, sensaciones. No de toda mi vida, sólo del último año y
medio.
Cuando era chica, mi nana me regañaba porque lloraba
mientras me vestía para ir al colegio.
Cuando crecí y seguía yo lagrimeando por las mañanas, atribuí que esas
lágrimas tenían un origen biológico más que de pánico escolar.
Se me juntó el lagrimeo normal matutino con una avalancha de
lágrimas y emociones. Sentí que me
ahogaba, que no pararía jamás ese torrente de llanto que sabrá Dios el origen
que tendría. Pero no, no me ahogué. Más
bien, fue como caer a un río, recorrer varios metros a expensas de su corriente
hasta toparme con una piedra grande sólida que no sólo me detuvo en esa inesperada
travesía, sino que me ayudó a salir del río.
Así se detuvo ese llanto y así de aliviada me sentí al
final. No porque hubiera terminado el abundante lagrimeo
matutino, sino porque aquello que recordé haber sentido, deseado, pensado,
lamentado, todo, ha quedado atrás y yo estoy a buen resguardo.
Ya me sentía bendecida por sobrevivir a aquello, sin embargo
nunca había hecho consiente lo sucedido.
Simplemente me dediqué, uno y otro día, a sobrevivir. Si hoy vinieron esos momentos a visitarme es
porque lo pasado pasado ya es.
Lo que sea que suceda en adelante, no será ya consecuencia
de lo recientemente vivido. Que sea de lo aprendido, por favor.
Al llegar al trabajo pedí un abrazo y me dieron uno con mucho cariño. Es todo lo que necesitaba para asentarme en mi piedra presente. No, en mi tierra firme.
