El blog de Pucca está en obras. Vuelvo pronto, ya casi queda

18 agosto 2006

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Solo para nadadores

Es todo un tema lo que sucede dentro del agua. No solo el cuerpo pesa menos, las emociones también. Mientras que los pensamientos tienen vía rápida, libre y sin entronques.

Esta idea la traigo desde hace meses. Incluso ha sido algo que comparto y, en alegres casos, encuentro respaldo de dicha idea. Sin embargo, no me había preguntado el por qué.

Y, de hecho, no lo hice. Fue un veinte acuático que cayó sin que yo lo provocara. Estaba ahí, en mi rutina, sumergida en concentración, mis pendientes y agua. De pronto empecé a hacer un check list sobre lo que sucedia.

Mis ojos debidamente protegidos, ven burbujas, señalizaciones de distancia, pero sobre todo, ven agua. Mis labios se abren cada 6 tiempos para luego sumergirse de nuevo, sin perder el sabor a agua. Mi nariz deja ir el aire e impide el paso de agua, alcanza a oler, huele a agua. Mi piel está vestida en una tela más suave que la seda y más abrigadora que el algodón; es agua ese vestido. Cuando respiro, escucho el pasar del agua, cuando me sumerjo, sigo escuchando agua, burbujas, burbujas de aire, en agua. Son cinco sentidos. Los cinco están envueltos en agua. Están saturados de estímulos, absortos en ellos.

Ahora entiendo por qué no hay cabida para otro sentir. Allá abajo no siento intensamente como lo hago acá arriba. Allá abajo estoy cobija
tida, ocupada, entregada. Allá abajo no hay alegría o tristeza desbordada. Allá abajo no hay lugar para ello. Allá abajo, estamos mis pensamientos, yo y agua.

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