El blog de Pucca está en obras. Vuelvo pronto, ya casi queda

15 mayo 2011

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Al maestro con cariño

No recuerdo su nombre, seguramente Cha o Presy si. Estaba yo en cuarto año de primaria, con unos 8 años y bajo su tutela, atendía la tiendita del colegio, disque porque era buena en las mates. Era un cargo de privilegio. Salía antes de clase para preparar todo para el correo, volvía después y tenía un burrito de machaca de recompensa, como mínimo.

Cuando nos fuimos a vivir a Salvatierra me escribía cartas diciéndome que extrañaba mucho mi presencia. Era una monja. Luego estuvo la madre Catita, de Salvatierra. Era todo un personaje, viejita-viejita, nos ponía a leer y se echaba sus pestañitas. Tenía compañeros que le hacían maldad y media, y ella reaccionaba gritando y agitando su bastón. A mi también me regañaba, pero por estar agarrandome el cabello siempre. Fuera de eso, se preocupaba por mi y me daba consejos cuando me veía triste porque estaba lejos de mis papás.

En León, tuve un angel, Gina. Le preocupaba que en mi historial hubiera puro diez y aquí yo no pintara para nada parecido. Platicaba mucho conmigo, me daba consejos para socializar con mis compañeras, pero lo que más recuerdo de ella son sus brazos. Me abrazó muchas veces, las mismas que secó mis lágrimas. De no ser por ella, empezar de nuevo hubiera sido más difícil de lo que fue. De ahí en adelante tuve maestros de catálogo.

En secundaria ninguno que recuerde para ponerle laureles, pero seguro que hicieron su función porque aprendí. En prepa, creo que más que recordar yo a los maestros, ellos me recuerdan a mi. Mis calificaciones y mi nivel de socialización ya estaban por encima del promedio y me podía dar el lujo de ser traviesa.

En la prepa fui "señorita súper estrella" según el profe. Pero no crean que era un halago, era burla porque me reusaba a seguir los procedimientos para resolver las ecuaciones y le alegaba eficiencia porque de todas formas daba con el resultado. Entre discusiones y exentadas, me daba muy buenos consejos. Le caía bien, hasta ese momento, luego caí de su gracia, pero esa es otra historia.

En la uni, el mismo profe volvió a verme con buenos ojos y me siguió escuchando y aconsejando. Casi al final de la carrera conocí a mi guía profesional. De admirarlo como maestro creció mi cariño para admirarlo como ser humano y ahora tengo la dicha de ser su amiga. Hoy ando sentimental (ay ajá, solo hoy) por eso recuerdo no a los maestros que hicieron su chamba, sino a aquellos que crearon un lazo sentimental conmigo. El efecto de sus palabras es lo que ahora soy. Espero no defraudar a ninguno de ellos.

1 comentario:

  1. en la torre Pucca que se me ha olvidado que en Mexico celebramos el dia del maestro. Feliz dia para ti aunque atrasadas las felicitaciones! abrazos.

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