El blog de Pucca está en obras. Vuelvo pronto, ya casi queda

10 noviembre 2006

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De película

Estoy conmocionada. La razón una historia que vi hoy. Es una película que tal vez duró unas tres horas. Trataré de resaltar lo más importante, para tener la evidencia de lo que vi.

Era una pareja joven. En su matrimonio, habían tenido altas y bajas pero casi siempre se mantenían en absoluta paz. Tras una crisis en la que él parecía ser otro, y ella temió estar viviendo violencia doméstica, se sentaron a platicar. Desde hacía unas 2 semanas, el había vuelto a ser el más cariñoso y comprensivo de siempre. Así que ella no temió iniciar la conversación.

La historia se complica porque ella estaba esperando una explicación y con suerte, una disculpa, de lo que había pasado en esa crisis. Estaba tan lejos de lo cierto. El le dice, palabras más, palabras menos, que violencia o no, había conseguido lo que buscaba. Ella siempre había tenido el carácter fuerte. Para él, ella se imponía en la relación. Y con sus actitudes de esa crisis había encontrado la manera de hacer que ella le bajara a ese carácter.

Es curioso, como una misma situación, una misma crisis tiene un mensaje tan diferente para dos personas. Personas cercanas, que conviven a diario, que tienen un conocimiento común. Pero evidentemente, no tienen interpretaciones comunes. Ella había vivido días de angustia, de miedo, de dolor, al recibir reproches, gritos, amenazas. El estaba satisfecho de lo que había logrado con “imponerse”. Encontraba absurdo el que ella hubiera tenido miedo. ¿Miedo a qué si era incapaz de hacerle daño?

¿Cuántos matrimonios no terminarán por estas diferencias de interpretaciones? ¿Fueron realmente días de violencia doméstica? ¿El miedo que ella vivió fue un miedo sano? ¿Era la única manera de que ella dejara de tener el carácter más fuerte de la relación? ¿Debía albergar la posibilidad de que el haya dicho eso por despecho? ¿El logró el ansiado respeto? ¿Realmente nunca se dio cuenta de que ella tenía miedo?

Cuando termina la conversación, ella ya no espera más explicaciones. Es demasiado doloroso saber que todo había sido una estrategia. Por supuesto, no sueña con una disculpa. La herida está más abierta que nunca y las disculpas no son suficientes para suturarla. Ella se queda con la incertidumbre de cuántas veces más su marido recurrirá a estrategias estúpidas. Ve en él, recelo. Le reprocha cada uno de sus defectos. Soberbia, manipuladora, que altera la realidad, violenta. Se pregunta que tan dolido esté el, como para que le diga eso y en ese tono, como lo hace.

Mientras, él concluye que habrá que mejorar la comunicación.

Es difícil tomar partido, de hecho no creo que la historia esté hecha para eso. Solo es y ya. Pienso en el dolor que ella tendrá hoy en la noche cuando deba ir a dormir. En vivir con una persona que parece tenerle mucho resentimiento. Imagino sus lágrimas de soledad, de desilusión, de temor. Siento empatía con ella. Creo sentir su deseo de no tener un carácter fuerte. Creo sentir su coraje. Creo sentir sus ganas de ya estar bien. Creo sentir sus ganas de fuerzas para no volver a vivir algo así. Creo que soy ella. ¿Qué diferencia hay si tengo empatía o si finalmente soy yo?

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