El blog de Pucca está en obras. Vuelvo pronto, ya casi queda

01 noviembre 2006

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Todo en esta vida se acaba o se transforma?

Los días en Barcelona mueren dejando en su estela un buen sabor de boca. No hay cabida a la tristeza pues María Joaquina me visitará pronto en Bham. Sé que Barcelona siempre estará aquí. Quiero pensar que, estará esperando por mi. Pero vuelvo a verme presa de los apegos. Me cuesta decir adiós, incluso, un hasta luego, hace que se me levante un pellijito del corazón.

Estoy recopilando sol para recordar lo que se siente. JL dice que en Bham ya hace mucho frío. Uts! casi no quiero. No podría inclinarse poquito la tierra y que caigan dos, tres rallitos de sol por allá?. No, ya sé que no. No podría. Y si sucediera estaríamos hablando de una catástrofe ambiental. No soy tan egoísta. Acepto irme a la niebla. Al frío. Todo con tal de que viva la raza humana. Eso sí, no quiero saber que alguien se queje del sol. Pido amor hacia él. Agradecimiento y comprensión. Eso en cuestión de clima.

En cuestión mía. Ha habido cambios. He iniciado una ciber conversación con un Dr., profesor de mi master. Ayer me hizo varias preguntas, pero una hizo que sonara el frijolito de mi cabeza. Quiere saber si mi interés en la neurociencia tiene un límite o estoy dispuesta a cambiar de profesión. Yo no sé, pero ya le dije que si. Aunque para mi no se trata de un cambio. Los conocimientos, mis conocimientos, no tienen uno u otro camino. Tienen una evolución. No estoy segura de lo que estoy provocando. Pero confío mucho en mis respuestas, las que no pienso y solo salen. Estoy complacida por tener un mentor en este tema.

Otro cambio es que estoy mutando de piel. Por alguna extraña razón, desde que llegué a Bham empecé a tener a diario dos o tres granitos en la cara. Ahora, mi frente es una cordillera tras otra. Es como una especie de alergia o reacción. Cambié de marca de cuidado de la cara. Puede que sea eso. Aunque puede ser también, emocional, o más científicamente, hormonal. Sepalachi, el punto es que parece estar cediendo. No caí en pánico, hay muchas otras cosas que me pueden quitar el sueño pero esto no.

Entramos en el tema. Lo que me quita el sueño. Bien, son principalmente dos cosas. Una es que aprovechando la lengua y la cercanía, he comprado libros. Así en plural. Ya sé, con dos libros ya hacemos plural. Pero no conmigo, no tratándose de libros. Hasta el día de hoy llevo catorce comprados. Si, pero ya tengo doce castigados, porque en tres días me chuté dos y mi hermana me castigó el resto. Ahora leo de los libros que tienen aquí en casa. Novelas locales. Están bien, me desvelo leyendo.

La otra razón que me roba el sueño es una práctica enfermiza, casi manía que ya la tenía por abandonada. En la adolescencia la usaba mucho, cuando crecía, la iba dejando. Pero por épocas, que no les encuentro el común denominador, vuelve. Y ahora ha vuelto. Me quita el sueño soñar. No soñar con un viaje que haré. No, son historias casi irreales. Pero tienen un inicio. Si por algo debo interrumpir mi sueño, por ejemplo por comer. Terminando, sigo con mi historia. Como adolescente está bien, pero a mi edad, creo que debería dejar de hacerlo. Me roba energía, tiempo, me saca de la realidad. No vivo los días, sino que los paso con mi mente en Hawai.

Estoy tratando de descubrir como romper con esa inercia. No recuerdo como hice las otras veces para hacerlo. Tal vez solo sucedía. Tal vez nunca dejó de suceder. Tal vez no era conciente de que la vida está fuera de la cabeza hay que vivirla. Ahora lo sé y me angustio. Pienso en que una agenda llena me sacaría de mí. Pienso en que debería aprovechar y escribir todas esas historias. Pienso en no preocuparme, que solo pasara. Pienso en no pensar. Pienso en seguir así hasta que termine.

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