El blog de Pucca está en obras. Vuelvo pronto, ya casi queda

24 septiembre 2006

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Póker de reynas

La mesa estaba puesta. La convocatoria había corrido a tiempo y en direcciones correctas. Apenas era hora de la cena, se dejaron escuchar los primero acordes. Lasaña, pepinos, pimientos rojos y el vinito nos abrieron el telón. El ambiente estaba tenso. La Toña, organizadora del evento, tenía planeado cada lugar, cada tiempo. El caos se dio cuando encontró el pan, in fraganti, fuera del área reservada para él. Tanto fue el estrés, que en toda la noche, nadie lo volvió a ver.

Una vez comidas e iniciado a tomar, había la serenidad necesaria para encomendarnos a una excelente velada. Absolutamente todos los detalles fueron cuidados. Luces, sonido, escenario, área de público, repertorio. Todo, estaba en dosis perfectas. De pronto, inició. Ahí estaban, la Toña y la Ridis. Moviéndose como una figura ante al espejo. Entonando en unísono la misma canción. Abriendo el escenario. Sino fuera por los “Besos de ceniza” hubiera seguido en mi silla.

Silenciosa, todavía, se mantenía la Chabela. En cada evento, se niega a cantar, aunque sabemos que comparte talento con nosotros. De pronto, descubrí que cada canción que iniciaba, ella cantaba las primeras frases. Ahí, me instalé junto a ella y, haciéndole yo de apuntador, la Chabela cantó. Nos dedicó una “Triste canción de amor”. Confundida dudó: “No sé si es amor”. Con “Aire” soñador nos atrapó. Después de un rato estaba segura “Que pesado” es esto de la cantada. Debo confesar, que la vi tomando sus gotas para el miedo, minutos antes de que se subiera al escenario.

“Las mil y una noches” que han cantado y bailado la canción, no han suficientes para el público, que nos encanta disfrutarlas. Se reunieron a la Toña, la Ridis y a la Chabela. Re-unieron pasos, voces y corazones. La Chabela pidió su canción “Isabel” para confesar que era la misma que la del “Bikini azul”.

La Toña nos deslumbró toda la noche con su baile “Shakira, shakira”. Quien fue solicitada por cada una, en diferentes ocasiones. “El me mintió” y aún así seguí cantando. Pensé en que “Ojalá” no hubiera sido así. Luego, “Desde la trinchera” canté. Sentada reflexiva. Acostada atacada. De todas formas, la disfruté.

La Toña, la Ridis, la Chabela y yo, como nunca, cantamos y bailamos p´allá, p´aca “Como la flor” que somos. La Toña se sentó y nosotras seguimos preguntando “¿Cómo te va mi amor?”, la Ridis se rompió y, estoicamente, siguió cantando. Recordamos aquellos “Ojos de Miel”, bailamos, cada una, “Como una mariposa” y nos acordamos de otros “Payasos”.

“A quién” se le hubiera ocurrido que una canción podría poner en riesgo la noche de júbilo. Afortunadamente, se cantó, se sintió, se lloró, mientras el resto del mundo permanecía quieto y en silencio. Última tonada, última lágrima y siguió la fiesta. Sin planearlo, fuimos ocupando lugares entre el público. Yo, cansada, le pedí “Suelta mi mano”.

Fue un concierto digno de una despedida. Canto, baile, risas y llanto tapizaron mis maletas. Debo reconocer, que aunque torpemente no lo mencioné arriba, nada de esto se hubiera dado y disfrutado, como lo hicimos, sin el público. Nuestro público coconciente de que no somos profesionales, sino apasionadas de la vida, de la amistad, de la noche, del amor y del micrófono. Además, nuestro público bien sabe que le hicimos un homenaje cuando, mis amigas, las “Chicas cocodrilo” empezaron a cantar. Gracias…

Me inclino ante mis compañeras de escenario, la Chabela, la Ridis y la Toña. Me inclino junto con ellas. A ellas y al público las inclino, una vez, las doblo, las inclino otra vez, las vuelvo a doblar y otra vez, y otra vez, hasta que queden chiquitinas y quepan, las cuatro, en mi corazón.

Que delicia es reír. Que gran placer es cantar. Que inmensa amistad. Que rico es compartir. Que enorme me siento. Que fácil es ser feliz.

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