Hice mi berrinche. Dejé pasar y que se instalaran las más negras mareas. Por fortuna, solo un ser me vió así. Ya pasó, y si vuelve a pasar, recordaré su imagen imitándome y me reiré. Respiraré imaginando la luz cálida, sentiré los árboles frondosos y lo que eso significa, volveré a ver a mis hermanas, la sonrisa de Lucas, la montaña que va a todos lados y los cuadros de colores. Todo eso me volvió a lo que soy, todo eso terminó con el mal momento.

Viví un huracán, devastador, que pretendía arrasar con todo, sin embargo, estoy entera. No tengo un rasguño. Es increíble como un momento tan oscuro sea realmente un momento, no sea algo definitivo. Me caí y pude levantarme, pedí ayuda a tiempo. Mi imitador dice que eso se vale y que puedo volver a hacerlo, cuanto sea necesario, siempre y cuando lo que quiera es levantarme después.
No hay nada que explicar, esto es mi evidencia de lo que sucedió ayer y soy yo quien debe aprender la lección. Y, el punto más importante a aprender es que nada, absolutamente nada, me disminuye. No quiero que nadie diga "pobrecita Pucca", no es esa mi misión en la vida. Nada de pobrecita, ¡pobrecita mis polainas! Si soy re cabrona y bien que disfruto la vida y lo que me he ganado en ella, que es un chingo.
Así que a seguir caminando caminos, abriendo y cerrando puertas, que espacios para descansar siempre habrá y que, ojalá, sea yo que decida cuándo parar un poco a tomar aire y pensar, o solo tomar aire y no pensar.
¡Sea así y a chingar! que la vida es para andar haciendo chingonerías, no para estar chingando ni para sentirte de la chingada, sino para ser chingona ¡pos que chingaos!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario