El blog de Pucca está en obras. Vuelvo pronto, ya casi queda

07 octubre 2006

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El viaje

Dije muchos adioses, uno me conmovió especialmente. Me desarme para, en pocos segundos, volverme a armar.

Dormí poco, pero suficiente. Mi abuelito estaba “al pendiente” desde las 3:30 AM. Con el, la despedida fue muy difícil. Ambos sabemos de la fragilidad de la vida. Ambos sabemos de Dios. Ambos deseamos volvernos a ver. Me dijo que ahora me iba a querer más por estar lejos. Como puede ser eso verdad?

Todo pasa muy rápido y de pronto me doy cuenta que estoy en medio de la pista de aterrizaje. Ahí, sola, es cuando realmente empieza mi viaje. No hay azafatas, ni piloto, no hay mas pasajeros. Yo, con mis pies, a dos kilómetros por hora, avanzo. No estoy segura de a donde, pero avanzo. Madrugada, en medio de aviones y nada, empieza el después.

En Houston soy “puchada” por Sara, abuela y amante de su trabajo. Es muy agradable ver que cuando nos cruzamos con alguien con cara de “what”, ella se ofrece a dar orientación.

En mi desayuno, el panorama me pareció desierto. Un desierto de asfalto. Lo disfruto, el desierto me parece libertad, apertura, descansar de estímulos visuales para entregarte a otros, intensamente.

Me permito esto, y encuentro que hay emoción, valentía y alegría. Me siento cuasi perfecta. Perfecta por todo lo que soy, porque se que dejo cuentas claras, amistades largar, y por lo que conoceré. Cuasi, porque, aunque tuve asistencia, lo poco que cargue mi back pack ha hecho mella en mi espalda. Duele, duele mucho. Donde esta la pausa? Si quiero seguir pero denme un break. “Gotitas para el dolor”.

Tengo la idea de que mi vuelo sale a las 12:40 PM. Aun así, me dirijo a la sala, con tiempo. Son las 11:45 AM. Esta vacía. Elijo el lugar más cómodo, con mejor vista. Acomodo mi maleta y saco mi boleto y pasaporte. Checo la sala y, si, estoy en la sala correcta, C14. Hora de vuelo: 12:00 PM!!! Diablos!!! Ya me dejo!!! Pero, deberia haber al menos un avion afuera y no hay!!!.

Se acerca alguien con cara de continental. Acudo a ella y me dice que ya es tarde. Asiento. Tal vez el vuelo cambio de sala, añade. Corriendo vamos a las pantallas y, si, cambio, es en la sala E4. Mi cuerpo reacciona, se me acelera el corazón, las piernas no me responden y, lo que es más evidente, me gana la risa. Creo que, después de 7 segundos, mi asesora de continental, se relajo y sonrió. Tal vez concluyo que ante mi inevitable perdida, lo mejor era reír.

Le agradezco y veo venir detrás de ella, el carrito de asistencia a pasajeros de la tercera edad y de personas con discapacidad. Suben!! Soy el único pasajero, tal vez, logre llegar a tiempo. Mi asesora, al verme subir al carrito, le dice a la chofera que cambiaron de sala mi vuelo, el cual va a partir en menos de 10 minutos. Esta, acelera, prometiendo no prometer. Llego “safe”, tras de mi se cierra la puerta asesina.

Mi compañero de asiento es un señor muy amable y dormilón. Tras sambutirnos una hamburguesita nos entregamos con pasión a Morfeo. Fue un viaje agradable. Al menos, eso parece ahora.

Se anuncia la llegada a New York. Cinturón, respaldo, persignada y sonrisa, arrancan. Voy en el lugar número 10 C. Por lo tanto, en cuanto se estaciona el avión, me preparo para abandonarlo pronto. Bajo mis maletas de los compartimientos superiores. Sonrío a los pasajeros de alrededor, esperando avanzar. Parece que alguno de ellos, tiene problemas con su maleta, porque la fila no avanza. Sonrío a los pasajeros de alrededor, esperando avanzar. O tal vez, no se ha acabado de instalar el túnel. Sonrío a los pasajeros de alrededor, esperando avanzar. Ya no es sonrisa de cordialidad, es de nervio.

Algunos de los pasajeros, ya nos habíamos quitado la chamarra. Desde hacia mas de 15 minutos, cuando estábamos por abandonar el avión, la tripulación había quitado el aire acondicionado. Bendito Dios, que el avión no esta lleno de appistas, sino, ya hubieran quemado formas de inmigración en protesta. Afortunadamente no es así, miro alrededor y, no, Bendito Dios. Sonrío, ahora si, nuevamente de cordialidad.

De pronto se escucha al capitán “Sers guí jav a problem guit tde sistem on tde plein dor”, o algo así entendí. Hay sonrisas, y uno que otro chingao (los míos para empezar). Algunos decidimos sentarnos ante la espera.

Estamos en Estados Unidos, seguramente hay un procedimiento a seguir para rescatar a pasajeros encerrados en un avión que tiene un sistema defectuoso. Diablos!!! Menos mal que es ese sistema, y no el de los frenos o el de los motores. Voy entrando en decepción. Parece que no hay tal procedimiento.

A los cinco minutos (cuan largo se siente el tiempo cuando estas encerrado), prenden el aire. Nomás porque no hay un “comienza aplausos”, no hay ovación. Tuvieron que pasar otros 20 minutos, para que viera que a la fila avanzar, y por lo tanto, que ironía, me sienta yo libre, justo en la tierra de la libertad.

Reviso mi reloj, mi trasbordo, dejó de estar en una hora, veinte, para estar ahora en 30 minutos para llegar a tiempo a mi sala. De ahí en adelante, y habiendo alcanzado mi siguiente avión, sin novedades.

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